Espero un gesto de complicidad,
que se cruce en mi camino,
me ofrezca su sonrisa,
un llamado en morse,
un guiño que me acerque,
una invitación secreta
cifrada en el código
que sólo los amantes conocen,
esas que saben del miedo,
el peligro a ser descubiertos,
cuando todo alrededor es
hostil,
y esa seña que tanto esperaba,
un mensaje en el papel,
dos palabras por e-mail:
yo
me voy y me sigues en segundos
con
correcto disimulo,
y luego sobreviene el
reencuentro,
el placentero, el clandestino,
no lo aguanto, quiero un beso,
que todos desaparezcan,
se apague el cielo en nuestros
ojos,
pero no,
me doy cuenta que te vas,
y te fuiste sin mirar.
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